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Disruptores metabólicos: primer consenso de expertos internacionales
 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un grupo multidisciplinario de especialistas europeos analizó el papel de la exposición a los productos químicos ambientales, que serían uno de los principales responsables de la epidemia de obesidad, diabetes y síndrome metabólico.


En las últimas cuatro décadas hubo un dramático aumento de la incidencia global de la obesidad, diabetes y enfermedades metabólicas, así como de la obesidad infantil y la diabetes tipo II.Y si bien juegan un papel importante los factores genéticos clásicos, se ha comprobado que en el crecimiento de estas patologías hay un componente ambiental que supera el comer en exceso, la mala alimentación, la falta de ejercicio y los cambios en el estilo de vida. Estas afirmaciones forman parte de "Consenso sobre los disruptores metabólicos", un documento elaborado por el primer grupo de trabajo internacional que se centró en investigar el papel de la exposición de los productos químicos ambientales que alteran el metabolismo, y su asociación con la epidemia de obesidad, la diabetes, y el síndrome metabólico.

Este artículo, publicado recientemente en la revista Environmental Health, muestra las conclusiones de un grupo de 30 epidemiólogos, biológos, toxicólogos, endocrinólogos, neurobiológos, y clínicos europeos que se reunieron en Parma, Italia, durante el 2014. Conforme a sus resultados, la obesidad y el síndrome metabólico son enfermedades endocrinas y, por lo tanto, sensibles a la alteración de agentes ambientales. Este componente ambiental, que incidiría en estas patologías, es multifactorial e incluye medicamentos recetados, estrés, la nutrición, el microbioma, las infecciones, la iluminación nocturna y ambiental, y los productos químicos. 

Concretamente, estos autores expresan que los disruptores endocrinos alteran los centros del apetito y la saciedad en el cerebro, así como el número de células grasas, y otros aspectos del metabolismo: los efectos sobre el control de tracto gastrointestinal, músculos, páncreas y las funciones del hígado. Y la mayor susceptibilidad a estos disruptores se daría durante la vida uterina, la primera infancia, la pre-pubertad, el embarazo, la menopausia, y el envejecimiento.

Se ha comprobado, según estos investigadores, que productos químicos como el dietilestilbestrol, el bisfenol A, compuestos orgánicos de estaño como tributilestaño, perfluorooctanoates y ftalatos muestran propiedad obesogénicas en animales. Y en los seres humanos, los niveles de ftalatos urinarios se correlacionan con el aumento de diámetro de la cintura, así como el bisfenol A en la orina se ha asociado con el incremento de la obesidad en niños y adolescentes. Además, numerosos estudios han demostrado que los componentes de plástico tales como BPA, ftalato de dibutilo y ftalato de dietilhexilo, una mezcla de hidrocarburos mixto (combustible de aviación), y los plaguicidas, conducen a una predisposición transgeneracional a la obesidad. Y también se halló que algunos disruptores endocrinos afectan los niveles de insulina,  la función cardiovascular, el hígado, y la función inmunológica. 

Los autores de este consenso internacional esperan que sus conclusiones ayuden en la expansión de la comprensión de la función de los disruptores metabólicos en estas crecientes epidemias, e instan a que próximas investigaciones sigan ahondando en el papel de los productos químicos ambientales en estas enfermedades. Dicen que como la historia demuestra que la prevención es siempre la mejor estrategia, mitigar las exposiciones a los peligros ambientales creará un ambiente más sano para las futuras generaciones.

 

FUENTE: RIMA.ORG - Red Informática de Medicina Avanzada

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